Esta tarde he jugado con
Bairrin mi primera batalla de Oldhammer 4ª. La última vez que jugué a WHFB fue alrededor de 2003-2004. La última vez que jugué a 4ª fue sobre 1996.
En este artículo pretendo hacer tanto un informe de batalla como un resumen de las impresiones con esta versión de Oldhammer. Las fotos las saqué con el móvil con el único propósito de documentar la batalla. Son malas fotos, pero aun así son mejores y más apañadas que unos diagramas. Podéis ver mejores fotos y su punto de vista de la batalla
en el blog de Bairrin.
Acudí a la batalla con un ejército que siempre quise tener en su día: enanos. Mi ejército enano es una particular versión incluyendo muchos halflings que "cuentan como". Nunca había jugado con enanos anteriormente, salvo en Mordheim (y BloodBowl), y en 6ª -cuando el amiguete Hellmelody me los dejó para que le hicese una demostración de mi (asombrosamente exitosa) lista de enanos sin pólvora-.
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Despliegue inicial y Bairrin in fraganti haciendo alguna artimaña élfica |
Nuestras reglas eran sencillas: a 1500 puntos, sin magos, sin objetos mágicos y Héroe como nivel máximo de personaje.
Saqué chispas a la calculadora para pergeniar una lista de 1500 puntos exactos. Esta incluía un héroe, un portaestandarte de batalla, dos unidades de 10 ballesteros con arma a dos manos, 18 rompehierros, 19 cerveceros con paladín (ballesteros con arma de mano y escudo), un lanzapiedras, un cañón y un cañón órgano.
Bairrin desplegó primero con un centro de arqueros y guardianes del bosque, con la caballería en un flanco y dríades y bailarines en el opuesto. Decidí colocar toda la artillería lo más alejada posible de la caballería para disparar el mayor número de turnos. Frente a la caballería coloqué a los cerveceros para enfrentarlos e ir disparándolos mientras llegasen. Los ballesteros con armas a dos manos (halflings fuertes) irían intercalados entre los dos bloques de infantería para poder contracargar (sí, la celebérrima formación manipular enana :D).
Como era previsible Bairrin desplegó sus forestales en mi flanco izquierdo. Como era previsible fueron unas auténticas chinches durante toda la batalla.
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Esto es el turno 2, diría yo |
Los dos primeros turnos me fueron bastante bien. Mi plan era convencer a los orejas picudas de que la superioridad balística era mía. Esto les obligaría a improvisar y asumir un papel mucho más ofensivo del que tenían planeado.
La artillería ayudó. También las ballestas, que terminaron con la caballería ligera y dejaron tocada a la pesada, apurando a Bairrin a llegar cuanto antes.
Concentrar mis disparos en mi flanco izquierdo me obligó a desatender mucho el derecho; el toque
thriller estaba en saber si podría acabar con toda la amenaza montada para poder volverme hacia las dríades y los bailarines antes de que se me echaran encima.
Los disparos élficos no fueron muy atemorizantes en estos primeros compases.
Sí se veían venir las molestias que causarían los forestales. Afortunadamente me pasé de 4ª a 6ª jugando muchísimo con silvanos y sabía que los forestales son el guisante bajo el colchón de la princesa. Me explico: su molestia es más aparente que real, y cualquier jugador bisoño lanzará tontamente una unidad contra ellos para quitárselos de encima de una vez.
Lo mejor al enfrentarse a ellos es asumir cierto número de bajas e ignorarlos (difícilmente causaran tantas bajas como puntos cuestan). Lo mejor jugando con ellos es sacarlos del bosque en cuanto se tenga oportunidad y ponerlos a incordiar tras las líneas enemigas (amenazando muy seriamente la artillería, cazando magos, y apoyando las cargas frontales de unidades amigas).
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Turno 3 |
Interesante turno 3.
La caballería enemiga ha sido destruida o puesta en fuga. La guardia del bosque fuerza la marcha hacia mi flanco derecho. Pero -libres ahora de la presión en la izquierda- los rompehierros acuden en la ayuda de la zona de mi línea amenazada.
Los cerveceros y una unidad de ballesteros permanecen estáticas con la atención de los forestales y tres unidades de arqueros centrada en ellos.
Mis artilleros declinan la posibilidad de disparar y -usando una estrategia que sonrojaría a muchos señores enanos- retiran sus máquinas unos valiosos centímetros.
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Turno 4 |
Gotcha! Kaboom!Y al dispersarse la nube de humo la mayor parte de las dríades y los bailarines habían desaparecido.
Los guardianes del bosque forzaban la marcha hacia el flanco de mi artillería, ¿llegarían a tiempo?
Este es el turno en que se notó lo oxidados que estábamos. No nos percatamos de que "inmunes a la psicología" no significa "inmunes a la desmoralización" XD
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Turno 5 |
Lo más interesante del quinto turno fue la resolución del combate entre la solitaria dríade y el solitario artillero del cañón apoyado por los oportunos halflings cargando por el flanco. Montones de golpes se intercambiaron de forma vertiginosa que -cual combate de
anime- acabaron sin que nadie resultara herido.
Warhammer brilla en batallas pequeñas como esta, donde contar la historia de unos cuantos humildes guerreros y sus humildes gestas es lo que da salsa al juego. Jugar a más puntos (o con los mismos puntos pero con muchas más minis, obra y gracia de las astutas jugadas comerciales de los apandadores de Nottingham) convierte este juego en un zurullo de dimensiones gargantuescas.
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Turno 6 |
Turno internacional de la siesta: nada pasa.
Tanto Bairrin como yo nos mostramos como generales anquilosados colocando nuestras unidades yunque en posiciones en las que no llegaron a hacer nada digno de relevancia durante la batalla.
Y no será porque no se buscaran. De hecho pasaron casi cinco turnos buscando encontrarse, pero no llegaron a tiempo. Quedé con muchas ganas de vivir el momento en el que ambos generales (bueno, héroes) convertían la batalla en algo personal y ajustaban cuentas acompañados de sus amigotes.
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El callejón de los mamporros |
La señora Endakil definió la colocación de la escenografía como "pueblo de mierda". Yo lo describí como "pequeño asentamiento humano en las estribaciones de un bosque élfico sagrado". Supongo que todo es cuestión de puntos de vista.
Lo cierto es que entre estos tres edificios se vivieron los momentos más emocionantes de la batalla. Y por momentos de recordaba a Mordheim, a decir verdad.
En la foto podéis ver mi turno 6 (el final, empezó moviendo Bairrin). No sé si alguien habría sido capaz de maniobrar esos rompehierros para que llegasen a cargar a los guardianes del bosque. Hice un par de mediciones, unos cuantos cálculos y acabé dejando las cosas tal cual porque no tenía muchas de volverme loco cuando ya estaba todo el pescado vendido.
Qué épicos momentos... y eso que los héroes y sus unidades yunque no llegaron a repartirse estopa.
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Lista de ejército Stillmaníaca |
Y este es un detalle de mi lista de ejército (que ya habréis visto esparcida en las fotos anteriores).
Estábamos jugando a Oldhammer y todo iba a ser retro. Nada de ordenador; papel y boli, como en los viejos tiempos.
Y para hacerlo aun más apropiado utilicé la propuesta que hacía Nigel Stillman por aquel entonces: fichas de ejército. En lugar de hacer una lista de papel se hacen tarjetas con los perfiles, datos y costes de cada una de tus unidades. Cuando tienes un día de batalla solo tienes que hacer
"fichajes". Como seguramente habrá que redondear según el enfrentamiento y los puntos a los que sea he escrito a lápiz todo lo susceptible de ser modificado.
Warhammer es un juego con sus limitaciones. Fue creado como un juego de pequeñas batallas: 2-4 personajes acompañados por sus secuaces. En esa escala funciona bien.
Los dos problemas de Warhammer como juego son:
a) Llevar las batallas a una masificación aberrante que hace que jugar sea un peñazo y
b) La compañía que hay detrás.
Ansell,
Priestley y sus amiguetes merecen todo nuestro agradecimiento por crear un juego mítico. La compañía que actualmente lo comercializa merece todo nuestro desprecio por haberlo convertido en un sacacuartos hortera.
Quien quiera seguir al día de las novedades de esta compañía se está lanzando a sus brazos como cliente rehén.
Aun con todo conviene recordar que en el momento en el que compras un producto este te pertenece y puedes hacer uso de él como te venga en gana.
Oldhammer no es tanto una reivindicación de que lo viejo es mejor. Oldhammer es una plasmación de una actitud: "soy un jugador, no un consumidor". Cuando ya tienes un juego completo, ¿qué necesidad tienes de comprártelo
otra vez cada x años? ¿Por qué nuevas miniaturas? ¿no tenías ya acaso un ejército completo? ¿No te resulta evidente que las modificaciones en los perfiles tan solo responden a un interés comercial? ¿No te das cuenta de lo estúpido que resultan monstruos descomunales y máquinas de guerra tan ridículas como caras en un juego que es una representación 1:1 de una batalla de fantasía?
Por cierto, para los que valoren estas cosas he aquí el trasfondo de la batalla como
bonus track...
¡Brok! ¡Madera de brok! Nada arde mejor que la madera de brok. Ninguna madera produce una llama tan intensa y un calor tan prolongado como la madera de brok. Fue un día de alegría para los maestros herreros de Karak Kharakol cuando aquel explorador halfling llegó con un hatillo de ramas de brok.
Siguiendo el camino hacia el oeste, no muy lejos de un asentamiento humano conocido como Parada del Ganso, se alzaba una pequeña arboleda de broks. Eso eran menos de diez días de viaje desde Karak Kharakol. Pronto se organizaron caravanas de leñadores que iban y venían con aquella valiosa madera para las fraguas del rey de la montaña.
Pero un día los grupos de leñadores dejaron de regresar. Se enviaron nuevos trabajadores con brillantes hachas... y también desaparecieron. El rey de la montaña mandó un nuevo grupo escoltado por una guardia de ballesteros y no se volvió a saber de ellos.
Podría ser un gran grupo de bandidos. Tal vez incluso una tribu de goblins jinetes de lobo de los páramos. En cualquier caso la cosa parecía seria, por lo que Rorek Ceñofruncido fue elegido como comandante de una partida de guerra para asegurar la valiosa línea de combustible.
*****
¡La arboleda de cimbrethil estaba siendo asolada! Gran agitación y gran pesar abrumaron los salones de los señores élficos del bosque.
El bosquecillo de cimbrethil estaba a un mes a paso vivo de los asentamientos élficos del Gran Bosque. Pero era un lugar sagrado. Cuando las noches de invierno son largas los elfos silvanos peregrinan para ver los árboles de cimbrethil brillar con una luz de un tono azulado pálido la noche del solsticio. Así susurra la luna la promesa de que el sol volverá pronto para hacer crecer las hojas de nuevo.
Los forestales informaron de grupos cada vez más numerosos de enanos que, con sus odiosas hachas, talaban los árboles sagrados para sacrificarlos en sus espantosas llamas. Habían matado o hecho extraviarse a no pocos, pero cada vez llegaban en mayor número. La situación era alarmante. Sobre todo después de que un jinete de halcón acudiese con el mensaje de que una nutrida fuerza de enanos avanzaba hacia la arboleda.
El señor del Salón de Abedul no lo dudó ni un momento: había que responder antes de que fuese demasiado tarde.
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Atardecía cuando la compañía de enanos y sus auxiliares halfling llegaron por fin a Para del Ganso. Levantarían el campamento allí antes de internarse en el bosque al día siguiente.
Brok Hachabronce se disponía a tomarse una generosa pinta de Bugman XXX cuando algo golpeó el tazón derramando todo su contenido. Sorprendido y furioso miró a un lado y a otro hasta que le pareció atisbar algo en un bosquecillo a su izquierda.
Dudo por un momento, pero ciertamente aun no había empezado a beber. No era una sombra malinterpretada, no eran imaginaciones suyas; aquellos finos ropajes verdes, aquel rostro claro, incluso creyó ver un par de ojos penetrantes clavados con odio en él... ¡Nos atacan! ¡¡¡Orejas picudas!!!